Si ponemos en marcha la máquina del tiempo y rebobinamos hacia atrás, las emociones empiezan a fluir y en algunas ocasiones se pone el vello de punta al recordar las experiencias:
- Satisfacción, alegría, enfado,tristeza, constancia, etc cuando observamos los materiales elaborados en clase, con los alumnos, que nos han servido para desarrollar aspectos emocionales que posteriormente, nos han llevado a la reflexión individual y grupal.
- Aprendizaje cooperativo, como núcleo que ha permitido potenciar la diversidad como elemento enriquecedor en el proceso enseñanza-aprendizaje.
Todos los que hemos pasado por él ,en calidad de alumno, profesor o familiar, hemos sentido el placer de trabajar en este contexto tan especial, donde hemos experimentado tranquilidad, paz, armonía y gusto por estar en la compañía de los demás (Dicen que la cara es el espejo del alma, después de una sesión de trabajo en el huerto de las emociones, los rostros de los alumnos y docentes "emitían una luz" que se podía traducir en ¡qué bien me siento!, ¡lo hemos hecho bien!, ¡adelante, podemos hacer más!
- La relajación, técnica que nos ha ayudado a disminuir o eliminar las tensiones que en muchas ocasiones se originan en las aulas ante situaciones que nos estresan: un examen, una discusión entre compañeros, un mal día, etc
- El girasol de las emociones, donde cada pétalo simbolizaba una historia real o inventada por los alumnos, donde la asertividad fue esencial ya que cada uno tiene el derecho a defender sus opiniones , posturas , etc respetando siempre a los demás.
- Los decálogos, los carteles, las diferentes actividades hechas con los alumnos de primero de la ESO donde se han generado emociones variopintas que nos han transportado a mundos donde reinaba el desenfado, la euforia, la ira, la tristeza, la empatía, la resolución de conflictos...
Ha sido un curso duro y con mucho trabajo porque ha habido que planificar objetivos, contenidos e inventar actividades, para poder alcanzar los fines que nos habíamos planteado previamente en un mundo fascinante y llenos de posibilidades, donde las emociones, ocupan un lugar privilegiado.
No hay emociones buenas o malas. Es saber utilizarlas en su justa medida, en el momento adecuado y con las personas idóneas. Siempre entendiéndolas como elementos enriquecedores en la calidad de vida de las personas, ya sea a nivel intelectual, personal y/o social .
Me atrevo a decir que el ser una persona emocionalmente estable, nos asegura en la sociedad en la que vivimos, parte del éxito que podamos conseguir en los proyectos que emprendamos, no decaeremos fácilmente ante las adversidades, porque nuestra mente y nuestro cuerpo estarán preparados para perseverar y volver a levantarnos si fuese necesario.